sábado, 11 de abril de 2009

GüEGüENSE



Y allí estaba él, Pensando, soñando con un futuro distinto, uno en el que la libertad era el pan de cada día. Se acercó a la ventana, miro fijamente la lluvia caer, una mano femenina se postro en su espalda: era Rosa María la hija del Señor Gobernador Tastuani, la que se había escapado con el hombre más buscado y odiado por su padre. Una gran angustia y preocupación se dibujaba en el rostro de ella, la tormenta aumentaba cada vez más, era como si el cielo lloraba debido a la gran tragedia que estaba a punto de ocurrir. Él giro hacia ella y miró en su cara esa expresión. (Será angustia, o acaso miedo…)
“No temas aquí nadie nos podrá encontrar, aquí estamos seguros”, pero eso no la tranquilizo y de su rostro no desaparecía esa expresión. De pronto, un ruido se escuchó en el tejado fue como si un gran bulto hubiese caído de un solo golpe, más ruidos como ese se escuchaban continuamente; murmullos, pasos y risas por todas partes, el viento dejo de soplar por un instante, toda la habitación se lleno de duda, las paredes congelaban el momento.

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